miércoles, 4 de abril de 2012

Empastillame.

Tragás el comprimido, y no ves la hora de que haga efecto. Te acostás y ya no tenés ni en qué pensar. Querés dormir, pero no tenés sueño. No podés hacer nada más que estar allí tirado. Y te cansás de descansar tanto; te molesta sentirte bien de a ratos, porque sabés que se te va a pasar. Y ni bien se te pasa, ya estás tomándote otra pastilla. Ahora, para hacer tiempo, te vas a bañar. Eso también baja la fiebre, pero con 4 pastillas diarias, no estás como para tomar 4 duchas al día.

¿Leer? No. Te destroza la vista.
¿TV? No sólo te cansa los ojos, sino que es aburrida. No hay un programa bueno.
¿PC? Adiviná. Otra que también hace mal a los ojos.

Reposo ABSOLUTO me dijeron. Yo lo que quiero es tomar otra pastilla antes de que corte el efecto de la anterior, y seguir mi vida normal. Porque tengo fiebre y tos, pero nada más.
Bueno, en realidad tengo muchas cosas más, pero cada día tengo una diferente.
Estar todo contracturado, sentir latir la cabeza, escuchar las voces como si estuvieran robotizadas, perder el equilibrio, entumecerme de repente. Cada día es una distinta, pero al menos se elimina la del día anterior...

-El antibiótico está bastante bueno, ¿no puedo tomar uno más?
-No, no, la dosis es de 500 mg cada 12 horas.
-Ah, ¡no es justo! Si me porté bien, y eso me va a poner sano; y además es rico, ¡dejame tomarme uno más!
-No, basta; "no" es NO. Ahora dejá de hablar solo...


-yo les prometo que ni bien me sienta bien, sigo actualizando con cosas más... literarias, por ponerles algún nombre, no tanto pedo mental mío; pero sólo cuando me sienta bien-

No hay comentarios:

Publicar un comentario